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Poema Post-scriptum de Gonzalo Osses A Vilches



Estoy muerto ?ahora sí?
ya no soy, ya no siento
viviré entre tus instantes
seré sólo un pensamiento
uno oscuro, uno negro
tendré forma de recuerdo

Seré algo que no ves,
no una carta, no un poema,
ni siquiera un sentimiento,
ni llanto ni risa ni sombra ni viento.

Seré ESO, seré ALGO
y de pronto ?cuando nadie te crea?
escucharás estos suspiros
Ahí sabrás que, aunque muerto,
aún respiro.



Poema Poema Para Un Día Cercano de Gonzalo Osses A Vilches



Tú estarás lejos.

Yo dejaré la vida
como una pena olvidada
que se abandona para
proseguir el camino,
y emprenderé la muerte.

Detrás de mí, siguiéndome,
irán todas las cosas
queridas,
el silencio que nos uniera,
el arduo amor que nunca pudo vencer el tiempo,
el roce de tus manos,
las tardes junto al mar,
tus palabras.

Si donde estés tú oyes
que alguna voz te nombra,
seré yo que en el viaje
te recuerdo.



Poema Otoño de Gonzalo Osses A Vilches



Afuera; en las calles hay olvido de vehementes tormentas.
Afuera; desde las ramas de un árbol sigue brillando el sol.
Afuera; sopla el viento revolviendo las hojas apagadas
y el silencio se torna más mudo todavía.

Hay un gris que despierta en el aire deshojando mi aliento,
hay un rumbo que me invita a tomarlo por las veredas solitarias.
Seguirlo es, para mí, una manera de decir;
caminemos juntos.

Otoño siempre tiene algo de sueño escondido entre sus pliegues.
Es la manera de decirlo todo sin pronunciar palabra.
Es la pausa de algo, el por qué de alguien.
Es estar solo y a la vez acompañado
en la intimidad indecente de la conciencia.

El repiqueteo constante de una agradable nostalgia
que se vuelca sobre las calles que camino.
Es estar parado donde siempre quise:
sobre la sombra de un árbol desnudo.

Es recostarse en el calor de una vieja estación vacía,
esperando que alguien se lleve la mañana por delante
y seguir andando con las suelas llenas de hojas
hasta la próxima curva.

Otoño siempre tiene algo de sueño escondido entre sus manos
para dormirlo todo.

Soñarlo es para mí una manera de decir;
ven, el otoño, más que mío es tuyo,
más que tuyo, es nuestro…
ven, para que entremedio de los árboles sin hojas,
por una vez, por esta vez, caminemos juntos.



Poema Otoño Perpetuo de Gonzalo Osses A Vilches



Cada vez que es otoño
yo me quedo en el tiempo
y cada hoja que cae,
traerá tu recuerdo.

…y aquél viento frío,
que penetra mis huesos,
y esa fría llovizna,
que es mi llanto secreto.

Ya mi risa se apaga,
y me cuesta creerlo,
ya no habrá primavera
en mi vida de nuevo.

Sólo sé que estoy cierto,
que me muero por dentro,
y que anida en mi alma
aún mi último aliento.

Ha pasado el verano
y ya llega el invierno y,
si es que hubo primavera
alguna vez en mi pecho,
yo me quedo en otoño,
en este otoño perpetuo.



Poema Noticias de Gonzalo Osses A Vilches



Hace una semana te fuiste de Chile hacia otro país,
muy al norte de aquí.
Yo no sé cuanto tiempo estarás alejado de mí, ni si regresarás,
pero para que al volver no te asusten los cambios que ves,
te hago un resumen de noticias, donde te cuento un poco de todo,
lo que pasó este último mes.

Hoy el diario dice que el costo de la vida subirá,
que ha ganado otra vez Colo Colo
y que Valparaíso amaneció con mar.
Que una guagua anunció el fin del mundo
y que a todos los Aries les toca perder
y a los Libra ganar.

Dice que los sueños, por ley se prohibieron en Pudahuel,
que hoy ha muerto un poeta de pena,
que la geisha chilena quedó sin hogar,
que un pintor renunció a los colores
y la vida y la muerte han firmado por fin
un tratado de paz.

Leí que el destino le ha declarado la guerra al ?dios dirá?,
que el anticristo come en la Casa Blanca
y que el diablo en persona eructa en Irak.
Que las naciones no están unidas
y que sólo esperamos que algún energúmeno
apriete el botón…

Pero en ninguna parte leí que tú aún te acuerdas de mí,
ni que quieres volver,
a vivir ese tiempo de arraigo de nuestra pasión,
a soñar con la casa en el cerro con vista al amor.
Ni a dormir a mi lado en las noches, ni a mirarme con triste reproche,
cuando evoco al dolor.

Hoy la radio dijo, que ha muerto alguien con quien yo dormí,
que amaneció lloviendo en Valdivia
y que en la Argentina falta que comer,
que en Perú ya no cocinan fideos,
que un golpe de estado triunfó en Disneylandia
y tonteras así.

Dicen las noticias, que Bolivia quiere salir al mar,
que la vida es más lenta en verano
y que Zamorano se casa por fin.
Que todo Chile grita ?Gato presente?
y que el Presidente no viaja a ni un lado
sin su carta astral…

Pero ninguna radio me dio la certeza de volverte a ver,
para recuperar,
tu sonrisa, tu voz, tu mirada, tu manera de ser,
tus palabras de aliento, tu forma especial de querer,
los mordiscos que a veces me dabas, las marcas de tu amor en mi espalda
…que ahora duelen más.

Hoy vi en la tele, que el jaguar está en peligro de extinción
que la bolsa cayó hasta los suelos
y que la vacuna antisida falló,
que el alcalde bajó en las encuestas
y que la respuesta a los males del mundo
no está en el Corán.

Dice el noticiero, que están matando niños en Aysén,
Que el pasaje de micro es más caro
Y los estudiantes se botan a paro para protestar
Que han desaforado a otro diputado,
Mientras en el Parlamento se aprueba una ley
Que prohíbe volar…

Pero en ningún canal divisé tu silueta siquiera al pasar
Yo no vi ni un close?up
De tus ojos cansados de verme tomar o fumar,
De tus brazos rodeando mi cuerpo en un adiós filial,
Del Otoño como una amenaza, del dolor de encontrar en mi casa
Recuerdos de tu amor…

Por eso ahora escucho noticias,
Para conformarme con mi realidad y compartir con ellas mi soledad
Y para oír cuando la BBC haga el anuncio que has anotado el gol del triunfo, vestido de rojo, en la final de un mundial,
o recibiendo el Oscar al mejor director, o inscribiéndote en el libro de Guinness
o que te has coronado campeón de un torneo interamericano de orgullo e incomprensión.

Por eso ahora yo miro las noticias,
para alejarme de tu alejamiento, para olvidar que ya me has olvidado,
para ver si la CNN te muestra a bordo de un barco y salvando ballenas al sur del Japón,
o protestando por la guerra en Irak, ratificando el Tratado de Paz,
o piloteando el avión que se estrelle de frente contra mi esperanza de amarte tan sólo una vez más…



Poema Los Rostros Del Olvido de Gonzalo Osses A Vilches



Ahora espero acorralar las pocas palabras que me agradan
para abrirlas por el medio y descubrir su fondo.

Dos de ellas se escondieron en mi viejo diccionario
las demás huyeron… pero tengo un libro que las contiene
y las pronunciaré hasta quedar dormido.

Una vez allí, las repetirá mi sueño con una voz gastada,
por los años, por el mal pasar, por el roce de la almohada.
Las juntaré, pero no quisiera hacer una oración con ellas.

Su sonido prohibido me recuerda cosas, instantes.

Una esquina, a la hora de la tarde,
una nube, para hablarme de la lluvia,
una luna, tres deseo, diez mentiras,
cinco amigos y cincuenta mil estrellas…

Seguramente miraré el reloj alargando mi brazo para poder verlo
desde entonces trascurrirá el tiempo; lento, tierno, insensible,

Pero ese tiempo prohibido me recuerda cosas, instantes.

Desde algún lado me llegan tus palabras sin que las oiga
son tantas que al fin decido no quedarme con ninguna
mientras tanto voy detrás de otros sonidos,
palabras ?quizás? que son pocas y me agradan.

Voy a abrirlas por el medio y descubrir su fondo
tengo ganas de escaparle al frío, se están durmiendo mis manos.

Después de la lluvia fue el frío, y en el exacto rincón de la poesía
brotaba un borde de agua soñolienta y muda.

Fue el frío acompañando soles de invierno
quién me dictó las ganas de escribir sobre un costado igual a la noche
niebla que golpea mi mano en un latir de tinta apurada…

Para decir…
ha llegado la hora ya que mi voz retumbe
desde el espacio de mi rostro joven todavía,
para no morir en los laberintos perdidos del olvido.

Para pensar…
ha llegado mi tiempo, el tiempo en que se lea lo que escribo,
que aquellas palabras muertas surjan desde papeles amarillentos,
sin tiempo, sin voz, sin nombre, hasta sin sentido.

Para querer…
enviar mensajes a mis amores perdidos,
rescatar mi nombre, siete segundos al mes,
para así poder huir de los rostros podridos del olvido.



Poema La Noche Antes De Mi Muerte Estuve Mirando El Mar de Gonzalo Osses A Vilches



La noche antes de mi muerte estuve mirando el mar.
Lo penetré, sus olas abrazaron mis rodillas vestidas.

Aunque era de noche sentí su color, reviví el verde esmeralda del que está hecho.
Lo amé, al comprender que era el color de tus ojos expandidos en él,
y tuve miedo, me sentí solo, pero no pude llorar.

Las estrellas eran dueñas de la noche, el viento soplaba tímido,
la luna no estaba y el silencio lo inundaba todo.

Grité…
Tu nombre se perdió en la noche y mi súplica se aferró a mi garganta,
a pesar de eso, escuché tu voz que venía desde otro rincón con mar.

Y escuché, además, tu respuesta a mis súplicas, a mis gritos, a mis preguntas
Y tu voz que me decía ¡nunca más! nunca más ¡nunca más!

Mientras tanto, desde el cielo caían estrellas fugaces, como llamándome.
y cada estrella ?ahora lo sé? era una caricia que perdí, un beso que no di.

Quise agarrarlas, pero temí fracasar, no me atreví.
Esa noche, aquella noche… voy a seguir mirando el mar.



Poema Ironía de Gonzalo Osses A Vilches



A ti te gustaba el hecho
que yo dijera ser poeta

Pensabas que así me tendrías
y yo -baboso- te escribiría
largos y encendidos versos.

Versos que exaltaran tu belleza
que hablaran al lector de tus virtudes
para que no existieran dudas
sobre la grandeza de tu alma
y la firmeza de tus besos.

Y así, con tu cara de portada de revistas,
querías ser Gala, ser Matilde,
para elevar tu feo nombre
a la categoría de musa,
inspiradora de artistas

¿no es irónico, entonces
que el primer poema que te escribo sea éste;
escrito en estos días,
al cumplirse tres meses de la noche en que te fuiste?



Poema Inventario de Gonzalo Osses A Vilches



Esta ciudad sin Dios, este amorío,
estos versos inspirados por el alcohol,
el día que llegué y tu te habías ido,
tus compactos y los libros,
que dejaste en el cajón.

El cruel naufragio de todas mis creencias,
los pecados que nunca voy a contar,
la redención que entre tus piernas buscaba,
mi felicidad truncada,
cuando te hiciste a la mar.

Las cosas que me dices cuando te callas,
esas palabras mudas que no entendí,
los besos que se pudren en nuestros labios,
tus consejos más que sabios
que nunca quise seguir.

Mi constante batalla entre los dos sexos,
los mundos que me invento para escribir
mi terco deseo de nunca llegar a viejo
el poema de Vallejo
que leías para mí.

Mi colección de discos de Calamaro,
la guitarra que nunca aprendí a tocar
toda mi esperanza rota entre los cristales,
esa foto de mis padres
que siempre me hizo llorar.

Mi primer libro de cuentos que fue censurado,
una mala obra de teatro que no estrené,
la insólita sensación de sentirse amado,
mi título de Abogado
y el master que nunca fue.

Las cincuenta veces que me preguntaste ¿me amas?
Y las cincuenta veces que te mentí,
el denso olor a semen que ahora me asalta,
el amigo que me falta
y los besos que no di.

Un rock and roll amargo de Joaquín Sabina,
los güisquis que me tomaba antes de almorzar,
cuatro cajas vacías de anfetaminas,
dos gramos de cocaína
y mi dosis de Prozac.

Las lunas que he besado yo en otros ojos,
las soledades negras de mi depresión,
del resto de mi vida, sólo despojos,
mis berrinches, mis enojos,
mi cojera al caminar.

Todo el verde que perdí y encontré en tus ojos
el negro que me quedó al volverlo a perder,
el humo de este, mi último cigarrillo,
con el dedo en el gatillo
y la pistola en la sien…

Este es el recuento oscuro de lo que tengo,
un inventario gris de mis secretos,
un epitafio siniestro, una letanía al viento,
en el peor de los casos, mi testamento,
y ?por supuesto? el último de los versos que te escribo.



Poema Introducción de Gonzalo Osses A Vilches



El verde ha sido verde desde mucho antes que tú y yo fuésemos nosotros
y de mucho antes que ambos volviésemos a ser extraños.

Cuando vivíamos en rojo y soñábamos en azul, ya lo echábamos de menos,
cuando me hundí en el negro y te fuiste tras el blanco supimos que nos era ajeno.

Pero cuando lo tuvimos fuimos felices.

Por eso amor, ahora que el silencio se ha instalado entre nuestras miradas,
ahora que el olvido ha vestido nuevas ropas, que el perdón se ha tapado la boca;
el hastío me ha vuelto daltoniano y mi vida se ha quedado sin color.

Por eso amor, me cuesta tanto olvidar esos días,
y por eso, de todos los verdes que he perdido ?y los he perdido todos?
ha sido el de tus ojos, lejos, el que más ha dolido.



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