poemas vida obra emily dickinson

Poema Poniente de Emily Dickinson



Velámenes de púrpura se mecen
con suavidad en mares de narciso;
marineros fantásticos se esfuman
y queda el muelle en la quietud sumido.

Versión de Carlos López Narváez



Poema Poema 815 de Emily Dickinson



El lujo de entender
el lujo sería
de mirarte una sola vez
y volverme un Epicuro

cualquiera de tus presencias sirve
de futuro alimento
apenas recuerdo haber muerto de hambre
tan bien surtida estaba –

el lujo de meditar
el lujo era
darme el festín de tu semblante
otorga suntuosidad

en días habituales, cuya lejana mesa
como la certidumbre recuerda
está puesta con una sola migaja
la conciencia de ti.



Poema Poema 739 de Emily Dickinson



Muchas veces pensé que la paz había llegado
cuando la paz estaba muy lejos-
como los náufragos- creen que ven la tierra-
en el centro del mar-

y luchan más débilmente -sólo para probar
tan deshauciadamente como yo-
cuántas ficticias costas-
antes del puerto hay-

Versión de Silvina Ocampo



Poema Poema 37 de Emily Dickinson



Corazón, le olvidaremos
en esta noche tú y yo.
Tú, el calor que te prestaba.
Yo, la luz que a mí me dio.

Cuando le hayas olvidado
dímelo, que he de borrar
aprisa mis pensamientos.
Y apresura tu labor
no sea que en tu tardanza
vuelva a recordarle yo.

Versión de L.S.



Poema Pequeñez de Emily Dickinson



Es cosa tan pequeña nuestro llanto;
son tan pequeña cosa los suspiros…
Sin embargo, por cosas tan pequeñas
vosotros y nosotras nos morirnos.

Versión de Carlos López Narváez



Poema No Era La Muerte, Pues Yo Estaba De Pie de Emily Dickinson



No era la Muerte, pues yo estaba de pie
Y todos los muertos están acostados,
No era de noche, pues todas las campanas
Agitaban sus badajos a mediodía.

No había helada, pues en mi piel
Sentí sirocos reptar,
Ni había fuego, pues mis pies de mármol
Podían helar un santuario.

Y, sin embargo, se parecían a todas
Las figuras que yo había visto
Ordenadas para un entierro
Que rememoraba como el mío.

Como si mi vida fuera recortada
Y calzada en un marco
Y no pudiera respirar sin una llave
Y era como si fuera medianoche

Cuando todo lo que late se detiene
Y el espacio mira a su alrededor
La espeluznante helada, primer otoño que llora,
Repele la apaleada tierra.

Pero todo como el caos,
Interminable, insolente,
Sin esperanza, sin mástil
Ni siquiera un informe de la tierra
Para justificar la desesperación.

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Poema Morir No Duele Mucho de Emily Dickinson



Morir no duele mucho:
nos duele más la vida.
Pero el morir es cosa diferente,
tras la puerta escondida:

la costumbre del sur, cuando los pájaros
antes que el hielo venga,
van a un clima mejor. Nosotros somos
pájaros que se quedan:

los temblorosos junto al umbral campesino,
que la migaja buscan,

brindada avaramente, hasta que ya la nieve
piadosa hacia el hogar nos empuja las plumas.

Versión de L.S.



Poema Mi Vida Se Detuvo – Un Arma Cargada de Emily Dickinson



Mi vida se había parado – un Arma Cargada –
en los Rincones – hasta que un día
el Dueño pasó – me identificó –
y me llevó lejos –

Y ahora vagamos por Bosques Soberanos –
y ahora cazamos a la Cierva –
y cada vez que hablo por él –
las Montañas contestan diligentes –

Y sonrío, tal luz cordial
sobre el resplandor del valle –
es como si una cara Vesuviana
hubiera dejado su voluntad a su paso –

Y cuando en la noche – acabado nuestro buen día –
guardo la cabeza de mi amo –
Es mejor que haber compartido
la profunda almohada de plumón –

De Su enemigo – soy enemigo mortal –
ninguno se agita por segunda vez –
en quién pongo un ojo amarillo –
o un pulgar enfático –

Aunque Yo así como él – podamos vivir largamente
él debe vivir más -que Yo-
porque yo tengo el poder de matar,
Sin -el poder de morir –

Versión de Miguel Artime



Poema Estatura de Emily Dickinson



Poder discrecional tuve en mi mano
y con denuedo contra el mundo fui;
dos veces temeraria lo he afrontado
tan sólo con la honda de David.

Aunque la piedra le arrojé segura
fui sólo yo la que me desplomé :
¿de Goljat fue muy grande la estatura
o quizá fue mayor mi pequeñez?

Versión de Carlos López Narváez



Poema Es La Dicha Un Abismo de Emily Dickinson



¿Es la dicha un abismo por lo tanto
que no me deja dar un paso en falso
por miedo a que el calzado se me arruine?

Prefiero que mis pies se den el gusto
a cuidar los zapatos-
porque en cualquier zapatería una
puede comprar
un nuevo Par-

Mas la dicha se vende una vez sola.
Perdida la patente
nadie podrá comprarla nunca más-
Díganme, pies, decidan la cuestión
¿debe cruzar la señorita, o no?
¡Expídanse, Zapatos!

Versión de Roberto Facceti



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