poemas de amor y romanticos

Poema Haruko Sam de Poemas de Amor y Románticos



Amante silenciosa de una noche,
fina muñeca de marfil antiguo,
cuando mi cuerpo duerma el sueño largo
recuerda al extranjero que te quiso.

Mi alma estará en la sombra, solitaria,
y en la neblina viviré perdido.
Entreabre las ventanas, y tu lámpara
será como una estrella en el camino.

Entonces en las alas de los pájaros
y en el rayo de luz vendrá mi espíritu
a reír en el agua de la fuente
y a encender la mañana de mis hijos.

JUAN GUZMÁN CRUCHAGA ( Chile, 1896 – 1979 )



Poema Gotas De Imposible de Poemas de Amor y Románticos



Estabas junto a mí. Tu aliento blando
me embriagaba aromoso,
sonreía la fresa de tus labios,
amor vagaba en torno.

Casi mi mano se posó en tu mano,
mi cabeza en tu hombro
se aquietó como un niño consentido
sobre un encaje blondo.

Rocé la nieve de tu frente,
cálido nido sedeño y hondo.
Pensé que estabas lejos, tan distante
como un país remoto,
que tus manos jamás se posarían
sobre mi sien de peregrino loco,
que eras a mí una gota de imposible
de un dulce mar ignoto.

Entonces recogido y solitario,
de la noche en el fondo,
como un licor amargo que desborda,
me embriagué de sollozos.

FERNANDO PRIETO ARANGO ( Colombia )



Poema Genital de Poemas de Amor y Románticos



Hay hombres hombres que parecen manchas sin contorno,
sacados de sus conchas dicen sí, sí; pero Ella es poderosa
y sus extremidades abarcan hasta el lenguaje de las flores.
A medida que fui creciendo desnudé la cama de
insectos y plantas.

Hubiese bastado un pestañeo para abandonarlo todo y entregarme
al sumiso roce de su cuerpo. La menor alteración del espejo
hace que tu imagen me trasporte hasta el sueño del vaso.

La muerte empieza por el sexo, la naturaleza es un continuo
drama original. Todos los mortales lo son por el sexo.
Nos hemos conformado con el coro de un montón
de carne muerta,
siempre enfermos de las cosas. Cada uno de los comensales
dispone de un cuchillo bien afilado, ¿por qué no utilizarlo?

La belleza descarga todas sus armas en medio del alma.
Lo desconocido es un obispo nervioso que no sabe dormir.
He escuchado tantas cosas sobre el infierno, pero ninguna
me la tomé en serio, la palabra poética no necesita
ser purificada.

AUGUSTO HERNÁNDEZ ( España )



Poema Freudiano de Poemas de Amor y Románticos



Una noche después
soñé que eras mi padre,
reclinabas tu cabeza en mi pecho,
y eras también mi hermano.
Como en un ábaco
pasabas las cuentas de mi gargantilla
colmando las arcas del deseo
¡Mea culpa!

EVA MACÍAS ( México, 1944 )



Poema Fe de Poemas de Amor y Románticos



La tienes en tus brazos.
Duermes, y la sueñas,
y sabes que es un sueño
todo lo que de ella ves.
Y el corazón se te acelera,
tiembla de fe.
Sólo una cosa
que le propones
te da la prueba
de que te querrá despierto.
Admite que es un sueño
lo que dices de ella,
pero que por debajo
del sueño, es ella
la que tienes en tus brazos.

GABRIEL FERRATER, ( España, 1922 – 1972 )



Poema En Silencio de Poemas de Amor y Románticos



Así, calladamente
sin grandes estridencias
dejaré de quererte
casi sin darte cuenta.

Dejaré de sentirme
muñeca, entre tus brazos,
dejaré de temblar
por tus caricias nuevas.

Y así… pausadamente
como llega la noche
aún estando a tu lado
comenzaré a estar muerta.

CARMEN SÁNCHEZ IBÁÑEZ ( España, 1936 )



Poema En Medio De La Noche de Poemas de Amor y Románticos



En medio de la noche
te desvelas
y adivinas mi rostro dormido.
Apoyas tu boca sobre mi frente,
dejas, como al descuido,
tu mano sobre mi pecho,
hasta que nuestros latidos se acompasan.

En medio de la noche,
hostil y oscura,
me guardas,
estremeciéndote a cada
movimiento que hago,
hasta que, femenina y desvalida,
te quedas soñando
como un ángel cansado.

Por la mañana
tengo una alegría que me vive
todo el día, que me asiste
todo el día, sin saber
a qué se debe,
por qué nace.

JOSÉ BATLLO ( España, 1939 )



Poema Elegía Sin Nombre de Poemas de Amor y Románticos



Mas ¿que importan a mi vida las
playas del mundo?
Es ésta solamente quien clava mi
memoria
Luis Cernuda

Descalza arena y mar desnudo.
Mar desnudo, impaciente, mirándose en el cielo.
El cielo continuándose a sí mismo,
persiguiendo su azul sin encontrarlo
nunca definitivo, destilado.

Yo andaba por la arena demasiado ligero,
demasiado dios trémulo para mis soledades,
hijo del esperanto de todas las gargantas,
pródigo de miradas blancas, sin vuelo fijo.

Se hacían las gaviotas, se deshacían las nubes
y tornaban las olas a embestir a la orilla.

(Tanta batalla blanca de espumas desatadas
era para cuajar en una sola concha,
sin imagen de nieve ni sal pulida y dura.)

El viento henchía sus velas de un vigor invisible,
danzaba olvidadizo, despedido, encontrado
y tú eras tú.
yo aún no te había visto.

Hijo de mi presente -fresco niño de olvido-
la sangre me traía noticias de las manos.
Sabía dividir la vida de mi cuerpo
como el canto en estrofas:

Cabeza libre, hombros,
pecho,
muslos y piernas estrenadas,
por dentro me iba una tristeza de lejanas
de extraviadas palomas,
de perdidas palabras más allá del silencio,
hechas de alas en polvo de mariposas
y de rosas cenizas ausentes de la noche…
Girasol en los sueños: aún no te había visto.
Imán. Clavel vivido en detenido gesto.
Tú no eras tú.

Yo andaba, andaba, andaba
en un andar en andas más frágil que yo mismo,
con una ingravidez transparente y dormida
suelto de mis recuerdos con el ombligo al viento…
Mi sombra iba a mi lado sin pies para seguirme
mi sombra se caía, rota, inútil y magra;
como un pez sin espinas mi sombra iba a mi lado,
como un perro de sombras
tan pobre que ni un perro de sombras le ladraba.

¡Ya es mucho siempre, siempre, ya es demasiado
siempre
mi lámpara de arcilla!
¡Ya es mucho parecerme a mis pálidas manos
y a mi frente clavada por un amor inmenso,
frutecido de nombres, sin identificarse
con la luz que recorta las cosas agriamente!
¡Ya es mucho unir los labios para que no se escape
Y huya y se desvanezca
mi secreto de carne, mi secreto de lágrimas,
mi beso entrecortado!

Iba yo. Tú venías,
aunque tu cuerpo bello reposara tendido.
Tú avanzabas, amor, te empujaba el destino,
como empuja a las velas el titánico viento
de hombros estremecidos.

Te empujaban la vida, y la tierra, y la muerte
y unas manos que pueden más que nosotros mismos:
unas manos que pueden unirnos y arrancarnos
y frotar nuestros ojos con el zumo de anémonas…

La sal y el yodo eran; eran la sal y el alga;
eran, y nada más, yo te digo que eran
en el preciso instante de ser.
Porque antes de que el sol terminara su escena
y la noche moviera su tramoya de sombras,
te vi al fin frente a frente,
seda y acero cables nos tendió la mirada.
(Mis dedos sin moverse repasaban en sueños
tus cabellos endrinos.)

Así anduvimos luego uno al lado del otro,
y pude descubrir que era tu cuerpo alegre
una cosa que crece como una llamarada
que desafía al viento,
mástil, columna, torre, en ritmo de estatura
y era la primavera inquieta de tu sangre
una música presa en tus quemadas carnes.

Luz de soles remotos,
perdidos en la noche morada de los siglos,
venía a acrisolarse en tus ojos oblicuos,
rasgados levemente,
con esa indiferencia que levanta las cejas.

Nadabas,
yo quería amarte con un pecho
parecido al del agua; que atravesaras ágil,
fugaz, sin fatigarte. Tenías y aún las tienes
las uñas ovaladas,
metal casi cristal en la garganta
que da su timbre fresco sin quebrarse.
Sé que ya la paz no es mía:
te trajeron las olas
que venían ¿de dónde? que son inquietas siempre;
que te vas ya por ellas o sobre las arenas,
que el viento te conduce
como a un árbol que crece con musicales hojas.

Sé que vives y alientas
con un alma distinta cada vez que respiras.
Y yo con mi alma única, invariable y segura,
con mi barbilla triste en la flor de las manos,
con un libro entreabierto sobre las piernas quietas,
te estoy queriendo más,
te estoy amando en sombras,
en una gran tristeza caída de las nubes,
en una gran tristeza de remos mutilados,
de carbón y cenizas sobre alas derrotadas…

Te he alimentado tanto de mi luz sin estrías
que ya no puedo más con tu belleza dentro,
que hiere mis entrañas y me rasga la carne
como anzuelo que hiere la mejilla por dentro.
Yo te doy a la vida entera del poema:
no me avergüenzo de mi gran fracaso,
que de este limo oscuro de lágrimas sin preces
naces -dalia del aire- más desnuda que el mar,
más abierta que el cielo;
más eterna que ese destino que empujaba
tu presencia a la mía,
mi dolor a tu gozo.
¿Sabes?
Me iré mañana, me perderé bogando
en un barco de sombras,
entre moradas olas y cantos marineros,
bajo un silencio cósmico, grave y fosforescente…

Y entre mis labios tristes se mecerá tu nombre,
que no me servirá para llamarte
Y lo pronuncio siempre para endulzar mi sangre,
canción inútil siempre, inútil, siempre inútil,
inútilmente siempre.

Los pechos de la muerte me alimentan la vida.

EMILIO BALLAGAS ( Cuba, 1908 – 1954 )



Poema El Umbral de Poemas de Amor y Románticos



Mírala aquí delante.
Es la playa donde empieza el extraño
mar de la realidad. Toma su mano breve
y déjate llevar sin preguntar.

Esta mirada clara
ya la habías soñado; este cabello
rubio tiene la luz de tu ilusión más niña,
y, sin embargo, nada se parece.

No te sirve, ahora tienes
que comenzar por la primera letra.
Anda, llama a tus sueños, amánsalos, resígnalos
a fermentar ya hacerse de verdad.

Y tú, sal de tu miedo
antiguo, corazón, pasa el umbral
sin agacharte, ten valor para la dicha,
acepta la hermosura; ya eres hombre.

Échate a las espaldas
tu cariño empeñado en ser amor,
tu ceguedad, tu mundo; toca a Dios en su peso,
única voz que de El podrás sentir.

Anda, obedece y calla,
porque para eso fuiste siempre niño
bueno y sumiso; haciendo la costumbre y el símbolo
de esta nueva obediencia más profunda.

Sí, ahora eres digno
de la vida. Hasta ella te ha elevado
tu soñar doloroso de adolescencia, como
una oración que pide lo que ignora.

Y no por prepararte
-ya ves todo qué extraño, qué distinto-,
sino por esa gota de nobleza en los ojos
con que vas a aprender la realidad.

JOSÉ MARÍA VALVERDE ( España, 1926 )



Poema El Secreto de Poemas de Amor y Románticos



A orillas de la fábula, secretamente mía,
desde el árbol de sangre donde nace el latido
que se asoma a tu pulso, tu lengua, flor mojada,
era un sésamo oculto para el paisaje mórbido
de tu floral desnudo, desgajado en pudores
y amorosas laderas silvestres, en la sombra
de tus senos en vilo, colmenas del enjambre
cuyo vuelo guiaba el beso más antiguo.

Sempiternas colinas con pétalos y zumos,
el sí y el no acertaban, dudoso de tu aroma;
áureo botín de besos, acosadas axilas,
fugacísima imagen traída en tus relámpagos,
abriéndome entre lirios palomas y moluscos.

Y tú, ya casi un claro de luna en tus pestañas,
arcángel sin edad eras sencillamente.
Y acueducto sin lluvia, la luz del arco iris
nos volcaba el secreto flamígero del beso,
la soledad abriendo a nuestras almas juntas
donde las aves urden sus alcobas de trinos.

¡Oh amada mía! Siempre tu inaccesible cumbre;
y ya en ti, me despeño virgíneamente tuyo,
cuando el aire y el río te huelen desde cerca
el tatuaje invisible de la piel de tu aroma.

Y entonces, voy bajando por la rampa del grito,
del fulgor y la piedra, del viento y de la nieve;
ave soy rubricando con el vuelo las cumbres;
Ángel Caído soy recluido en tus ojos,
mordiendo en tu cabello sus pendulares frutos,
desplegando en mi torso su funeral bandera,
tu ardiente cordillera midiendo con mis brazos…
Con mi equinoccio envuelvo tus claros hemisferios
de antípodas caricias, cuando exploran mis besos
la tibia sangre nómada de tus venas azules.

La luna era el ex-libris del éxtasis nocturno,
tallo de flor nacido de tu propia semilla,
soledad sin los árboles que sostienen el cielo,
la delicia ignorando de beber en tu lengua,
como la piedra ignora el lenguaje del pájaro.

Si el beso no era un símbolo creado en tu homenaje,
su corola en tu hálito tuvo pétalos dulces
para impregnar la tierra con mieles suficientes
cuyo dulzor brotaba de la raíz del mundo.

Te conocí en el lecho mineral del planeta,
mientras tú apaciguabas la luz en la montaña…
Cósmicamente mía… Norte, Sur, Este, Oeste,
nupciales, cuatro vientos te velaban el sueño.

ADRIANO DEL VALLE ( España, 1895 – 1957 )



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